noviembre 29, 2011

Identidades y sociedad

La relación entre el sujeto y su identidad, como forma constituyente del ser-en-sí y su proyección del ser-para-sí, van generando una dinámica coyuntural en materia cultual. El sujeto se identifica con las proyecciones culturales y a la vez reafirma su posicionamiento en esa misma proyección. Cada una de las manifestaciones culturales van dándole valor subjetivo a la relación entre el sujeto y su cultura. La apropiación del bien cultural propone nuevas formas de reconocerse en el medio y estas a la vez hacen del reconocimiento ya formalizado en el sujeto. En otras palabras, el sujeto se proyecta desde el dasein tomando desde esas posibilidades dadas desde la misma proyección. La identidad entonces se constituye con un elemento referencial y actante a la vez. En los movimientos constantes del sujeto y la cultura a la cual se identifica, ejecuta profundizando su identidad, va a ponerla en crítica desde su propio ser-para-sí, regresando nuevamente a sus posibilidades de identificación cultural.
El medio, su entorno socio-histórico, es el elemento básico en donde las relaciones de identidad y acción identitaria van cobrando sentido, se reconoce en el medio, en la medida en que se apropia del medio en el que se desarrolla, lo resignifica constantemente y lo valoriza desde el corte subjetivo proponiendo desde la crítica un elemento de valorización cultural. Estos movimientos constantes entre el entorno y el sujeto, y la relación proyectual que el mismo sujeto realiza como formas de apropiación son evidentes cuando la valorización cultural es la convergencia de todas las sumas de subjetividades y formas de valoración técnica, que desde la misma valoración técnica logran formar la convergencia de las identidades constituidas. El caso más claro que se ppodría mencionar son los patrimonios tangibles o concretos, en donde la valoración profesional o técnica dan sentido de apropiación socio-histórico-artístico-cultural. El sujeto se identifica desde una valoración que es dada por los saberes académicos y con esto mismo logra formar una relación de apropiación entre el objeto concreto y su identidad. Propone en un movimiento de crítica una valoración constante dándole nuevo significado o resignificándolo de acuerdo a su apropiación. Así la relación de apropiación se da desde un marco legal y profesional, pero la identidad apropiada se genera desde una relación subjetivada.
En el caso de los patrimonios intangibles o abstractos, que se sostienen y se perpetúan desde la misma manifestación, la relación entre identidad y objeto no concreto cobra diferentes formas de apropiación, no se conjuga en una relación intrapersonal sino en una relación de colectividad. Cada uno de los sujetos se ve parte de un colectivo que refuerza su ser-en-sí y lo proyecta en ese estar ahí, no sólo como un integrante más, sino como un aspecto actancial en la formación de la identidad, la participación de las manifestaciones culturales recobran sentido constante como parte del movimiento cultural al que pertenece, esto lo identifica con los otros que de la misma forma cubren cada uno de los espacios de manifestación cultural. La relación entre cada uno de los sujetos que se constituye dentro de una manifestación refuerzan el sentido de pertenencia y a la vez afianzan el mismo sentido de pertenecer. De esta forma la valorización cobra sentido como un espacio colectivo de identidades símiles. Quienes no son activos en la manifestación cultural, la identidad se revaloriza del mismo modo, no como participantes directos, sino como consumidores activos de la identidad colectiva.
Estos modos de apropiación del medio como de la manifestación socio-cultural, son elementos emancipatorios, en donde la valoración de los bienes culturales generan identidad tanto de formas individual como colectiva, se convergen desde la apropiación o se proyectan desde la identidad para refundir sus propias identidades y a la vez proyectarlas por fuera del grupo colectivo hacia la sociedad en general. La emancipación por lo tanto es de carácter distintivo, en el sentido identitario, en donde cada uno de os sujetos son actores activos de su propia cultura y a la vez de revalorazarla generan conciencia de su propia identidad en el ámbito colectivo; a la vez que se nutre de las manifestaciones colectivas y/o convergentes.  

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