noviembre 18, 2011

Nuevos rumbos de viejos caminos

Nuevos rumbos de viejos caminos: *

La estructura literaria (el contenido de la escritura)
Dentro del arte de las letras, no voy a referirme a la disciplina literaria, sino a ella como una de las formas de expresión y con esto sin distinción de cultura, con el tratamiento justo y necesario para no recaer en las culturas altas y las populares, como si esto fueran categorías sustanciales del mundo de las artes y en este caso de las letras.
Se distinguen, o se ha escuchado dos conceptos claves para poder abordar a la literatura, la primera la que tiene que ver y estudiar las diferentes corrientes literarias, enmarcando las obras de acuerdo a ellas, las corrientes sociales, filosóficas, psicológicas; la segunda es sobre análisis literario, donde es estudia las formas estructurales y destructurales del uso discursivo. Ambas, muy mal emparentadas en la confusión entre ambos campos de estudio, no son condicionantes ni consecutivas. Sí bien en el análisis literario se vale de la teoría, estas dos no están ligas más allá de la propia letra. Quiero decir, que ambas son campos de estudios que responden a lineamientos de investigación diferenciadas, pero a la vez son complementarias al momento de poder entablar o exponer la crítica literaria.
Esta salvedad que da comienzo a un panorama amplio de la literatura es para poder generar dos movimientos al momento de poder elaborar una aproximación a las letras.
Saliendo ya de las disquisiciones, me centraré en la teoría literaria principalmente y tomando como autor eje a Roland Barthes. Para después poder ir rompiendo las estructuras literarias, no desde una mirada analítica, sino más bien teórica.
Desde los estudios institucionalizados, sobre todo en la educación formal, escuchamos que la narrativa cuenta con una introducción, un cuerpo y un desenlace, esta estructura que termina por desarticular la trama narrativa, deja de lado conceptos que hacen a la trama en sí. Las tramas que por demás hacen de la narrativa una herramienta de comunicación valiosa. La estructura es simplemente para contener aquello que es propio del discurso, son los elementos claves para la comprensión literaria; aspectos que desde el lector va reconociendo identificando, de forma cociente o inconsciente y las pone en juego en el preciso momento de decodificar al mensaje, no hace otra cosa que ir pasando de niveles, desde lo actancial hasta lo metonímico- formas de relación sintagmática-.
Olvidándonos de esa primera estructura de inicio, cuerpo y fin, vemos y descubrimos que se encuentra dentro de la estructura discursiva elementos que son propios de la narración, a modo de ejemplo se puede decir la descripción, las catálisis, los indicios, los núcleos. Estas formas estructurales que va construyendo la trama narrativa van a responder a los movimientos que el autor reconoce como válidos o apropiados para contar la historia.
Entonces, dentro de ese gran limbo que constituye el cuerpo, que en definitiva es en donde se realiza la historia (trama argumentativa) nos enfrentamos a un mundo lleno de estructuras, de entrecruces que hacen de la trama literaria el elemento cohesitivo.
Para simplificar este aspecto introductorio se tomará del género narrativo el cuento, por la simplificación, en comparación con la novela, y por presentar lineas de análisis más directas con la estructura antes que con la trama. Así y todo se intentará presentar algunas líneas de análisis que son propios de la narrativa:
La estructura se establece de acuerdos a los núcleos o puntos cardinales, estos son los que van generando la relación de acción en la historia. Así los personajes actantes arman la trama de acción.
La separación entre los núcleos son unidos o enlazados con las catálisis o puntos en donde la tensión narrativa decae, generando una relajación en la trama, no se basa en las acciones sino en subestructuras que forman la trama de situación, de tiempo espacio. Es en donde la acción se encuadra, da cierre del núcleo antecesor y enlaza con su antecedente, regresando el punto de tensión al nivel de acción.
Estos núcleos no descartan pequeños elementos discursivos como los indicios o los informantes, pero tampoco son propios de los puntos cardinales. Así, éstas herramientas que van forjando parte de la trama discursiva va formando la relación de cohesión entre la situación y la acción- este tipo de relación que se genera entre la acción y la situación ponen en juego los diferentes niveles y funciones del relato-. Como en el caso de los indicios, en donde una situación o una acción no definida se puede proyectar hacia adelante formando la cohesión entre las partes.
Como se nota, la estructura está ligada, pero no condicionada a la trama, así la independencia de la estructura se fija a las tramas que forman al cuerpo discursivo. Se puede pensar en una estructura sin contenido, en donde localizamos cierta cantidad de núcleos y sus respectivas catálisis. Pero esto no hace al hecho literario, no representa a la obra ni la conforma como tal. La necesidad de poder entablar entonces los núcleos es la de poder reconocer el plan de la obra, es un regresar a la planificación de la obra, con mayor aproximación a lo que el autor trasmite. La necesidad de poder realizar estas operaciones de análisis son para poder ampliar el concepto y a la vez intentar, porque más que esto no se puede hacer, de ingresar en ese atisbo del pensamiento del autor. Logrando en definitiva una mayor y más acabada interpretación de la obra en cuestión.
Definamos lo expuesto hasta ahora en un ejemplo simple, pero a la vez que nos permita jugar con las estructuras discursivas:

Una mujer sale de su casa para ir a buscar agua al pozo, en el camino se cruza con una vecina que le comenta los pormenores de la familia, el marido sin trabajo, y las penurias de la situación.
Ambas mujeres se lamentan del estado general de sus realidades similares. Luego de los lamentos compartidos, prosigue la mujer en su camino y unos niños que en pleno potrero colgaron la pelota en la casa del viejo cascarrabias del barrio, la mujer del balde los ayuda en la desesperada misión al verles las caras largas de impotencia ante tanta maldad depositada en ese techo malgastado por el tiempo.
Los gritos de agradecimiento y el polvo elevándose del suelo, la despiden en su camino al pozo. Al llegar, la manivela, el chirrido de siempre, el líquido que salpica las manos agrietadas por el trabajo, y al fin el agua codiciada.
Retorna con el balde cargado a su hogar, para preparar las quehaceres cotidianos”.

Si bien el cuento carece de inventiva no deja de ser una historia contable, mejor o peor, de acuerdo a la habilidad del cuentista.
Pero veamos en este breve relato que se pueden localizar herramientas estructurales que hacen al desarrollo de la narrativa. Podemos en primer lugar localizar los núcleos.
Núcleos
Salida – Desempleo – Pelota – Pozo – Casa.
Catálisis
    Lamento – Cascarrabias- Polvo – Manos.

Se utiliza enunciados simples para definir los núcleos, de esta forma podemos entonces organizar la secuencia narrativa dejando de lado todo aquello que hace en verdad a la trama.
Esta organización que es en verdad aquella que reemplaza a inicio, cuerpo y fin, es el orden lógico interno de la obra, no se sostiene por la secuencia temporal de los hechos sino a la secuencia presentada por la narración. Si bien en la reconstrucción en los textos que generan saltos temporales o presentan secuencias paralelas de hechos se reorganiza, se respeta el orden textual, desde la lógica de la narración.
Las catálisis son las estructuras que generan la relajación de la tensión de las acciones, en donde la situación cobra significado que hacen de la trama el cuerpo discursivo, nos posiciona – al lector- en el estado de las acciones.
El detenimiento de la acción que se puede generar de un cuadro, una descripción, la ubicación tempo-espacial son las que generan la carga subjetiva de la acción en sí. La acción generada en uno de los núcleos se establece desde un punto de vista, el punto de vista propio del narrador, pero a la vez limitado a la acción para exponer con mayor claridad los hechos ocurridos. La carga subjetiva se plasma en las catálisis, donde decae la acción para dar lugar al contexto del propio hecho mencionado. Así las catálisis son los puntos de relajación desde la acción, pero rearma las relaciones que hacen a la obra en sí.
Visto esto desde la trama, las catálisis son las que van generando puntos de tensión diferenciadas a la acción, el tiempo, el espacio, el lugar, se modifican en su linealidad para ir tejiéndose en la situación. Por otro lado, la trama genera desvío en la linealidad recta en la acción de acuerdo a los personajes y al grado de acción, siendo primaras, secundarias terciarias etc.
Entonces dividiendo los puntos en donde la estructura genera espacios de ordenamiento lógico y con esto poder despejar y ver más claramente la trama discursiva, forma enunciados que hacen al plan de la obra; la trama por su parte sostiene de forma enmarañada las acciones los personajes, el tiempo y es espacios en donde la historia transcurre. En este sentido no se pude generar clasificaciones de núcleos, porque al estar íntimamente ligados, la acción y la tensión del personaje y con esto las consecuencias que el personaje sufre se ubican de forma interconectadas.

El indicio, el informate.
Queda por diferenciar algunos aspectos que son parte del cuerpo relajado, o mejor dicho, que hacen al contenido cohesivo.
Los indicios que pueden, como se mencionó, presentarnos de forma confusa o incompleta las acciones que se van a ir desarrollando, pero a la vez que ya tiene consecuencia en los actantes al momento de enunciarlos. Queda al descubierto la intención de la acción futura o pasada. El ejemplo más claro es en el cuento de “Torito” en donde “ella” hizo algo que no se declara, pero que tiene su consecuencia en el relato, sino que la acción de “ella” se trasporta a la consecuencia del estar postrado del personaje principal.
La diferencia con los informantes, es que no dan muestra de acciones, sino que posicionan al lector en la situación, en el mismo ejemplo del cuento de Cortázar, la tos de la cama de al lado, nos ubica en el lugar en donde el personaje se encuentra, no está en una clínica costosa, ni aislado de la realidad hospitalaria, comparte en un pabellón los pormenores del lugar. La radio en donde escucha las noticias, ubica en un espacio en donde por descarte podemos afirmar que no tiene contacto con el exterior más que con el electrodoméstico. Así se aferra al exterior al que una vez perteneció y por donde su nombre fue mencionado varias veces.
Como verán los informantes, cumplen con la función especifica de poder ubicar en la historia al lector, poder sacar conclusiones para poder ir ahondando en la lectura crítica.

Decostrucción
Llegamos a la instancia en donde podemos ver o entrever que la escritura se sujeta a un orden lógico, en donde la acción del análisis es recorrer el camino inverso al que hizo el autor, partimos del texto para ir hacia la planificación de la obra. Pero no todo es directo y lineal. Las obras que corresponden a la decostrucción es poder romper con estas estructuras que hacen al orden lógico de la obra; esto no quiere decir que no exista un orden lógico en las obras que son de corte deconstructivistas, sino que responden a un orden propio de la falta de estructura en niveles de lógica lineal. La obra por excelencia de decostrucción es Ulyses” de Joyce, en donde el fluir de la conciencia rompe por el orden lógico de la narrativa, así y todo, podemos generar movimientos que logren ordenar la secuencia actancial, pero más aun ordenar la secuencia de representación e interpretación. Esto complica el intento de separar los puntos de tensión con lo de relajación. La acción, en la obra de Joyce, está en continuo intercambio con los pensamientos de los personajes, se intercalan además con las descripciones y tiempos, se mezclan carteles en la calle, notas periodística, otras voces, en donde el laberinto de voces superpuestas y yuxtapuesta rompen la trama lineal lógica del relato.
Samuel Beckett, en las obras narrativas juega con la estructura de tal forma que se pierde, se destruye, dejando sólo al lector en un devenir ilógico y absurdo. Sí bien la categoría de absurdo entra en los géneros literarios, en donde las acciones no tiene la consecuencia esperada o lógicamente esperada, hasta es más, no tienen consecuencia, y de aquí el devenir o transcurrir de secuencia en secuencia se pierde en el basurdo de la situación.
Se puede enmarcar como destructura justamente por la falta de cohesión actancial. Las herramientas utilizadas para poder generar un análisis es a través de la trama. E la obra “Molloy” de Beckett, podemos seguir al personaje deambulando por esa vida sin sentido, en donde las cosas le suceden con un vacío interno y la alienación por parte del personaje hacia el mundo que lo rodea.
Se puede aventurar en armar una secuencia de puntos cardinales, pero esta no nos va a representar la obra en sí misma, podemos formar la secuencia de lugares en donde nace en las afueras de la ciudad, en la ciudad, en la playa, en el bosque,
Cada una de estos lugares está impregnado de otros lugares que enmarcan las acciones propias de cada lugar en donde se encuentra el personaje, en la ciudad está la estación de policías, la casa de la samaritana con intenciones nada santas, en donde el personaje entra y sale sin sentido alguno. Al dejar la ciudad se dirige a la playa y sólo ahí describe en como es el sistema para cambiar las piedras de lugar para chuparlas, páginas enteras describiendo este juego maravilloso de un sistema del sin sentido.
Si bien estas diferencias que mencioné con respecto entre cuento y novela, en donde la estructura es por demás notoria, se puede utilizar el mismo sentido de núcleos mientras que respondan a puntos de tensión y puntos de relajación. En la deconstrucción, esto no es aplicable. Dicho en otras palabras, el discurso moderno rompe los ligamentos de la estructura, genera nuevos movimientos interpretativos dentro de la obra, el lector debe buscar recursos de compresión crítica para poder generar el movimiento que el autor propone.
Desde este punto de vista se puede decir que la palabra no tiene sentido y forma, es simplemente interpretación y cada interpretación está adecuada a cada lector, se transforma de esta manera en una situación de multiplicidad de voces que se superponen y yuxtaponen con las palabras del otro lector y con las del autor.
Sí bien, este tema sobre el movimiento del lector como parte de la lectura crítica y constructiva, es tema para la otra charla, se puede mencionar que la multiplicidad de voces ya se manifiesta en las obras. No sólo de la polifonía discursiva que los texto tienen, sea directa o indirectamente, sino de la múltiples voces que componen a un texto.
La historia o las historias, son contadas, narradas desde el propio narrador, que en el análisis del discurso trata las posiciones de los narradores. Es en primera instancia quien ejecuta la multiplicidad de voces, esto quiere decir que el narrador, o el que cuenta la historia va formando cadencias en el decir propio de cada lector, cada irrupción de los personajes dentro de una obra genera el mismo movimiento polifónico, acá si me dirijo a las formas directas e indirectas dentro de la obra, en donde la multiplicidad de voces aumentan en la medida que el narrador lo permita.
Se destaca en este momento esa irrupción que hace al llamado de silencio del narrador, donde las voces de los personajes ingresan en el texto, dejando liberado una autenticidad en la obra que no se refleja en las formas monologales. Trátetse de un ruido, de un cartel en la calle, de un silencio que trabaja como indicio o informante, y aunque no tenga función concreta y encuadre de lo que acontece, es parte de esa ruptura discursiva, propia de la literatura moderna.
Por lo tanto al ingresar a un texto nos encontramos con una multiplicidad de voces que hacen al discurso polifónico, pero que a su vez se aumenta en las formas interpretativas de cada lector. La lectura se convierte así no en una acción silenciosa, por parte del lector, sino en una acción ruidosa, llena de voces y sonidos que hacen de la ficción la autenticidad de los hechos contados.
La decostrucción pretende impactar en el lector de tal forma que el movimiento de interpretación se sujeta a la diversidad de lectores existentes. Como se dijo recientemente, la palabra pierde su referente para convertirse en interpretación. El lector en uno de sus tantos movimientos interpretativos va aunando conceptos, ideas, situaciones, acciones, y las interpela en su propia realidad, en su contexto mediato e inmediato. Echa mano a las otras lecturas, lee de forma deambulante, se va perdiendo en la trama y la reconstruye. Todo este ejercicio es parte de la decosntrucción, aunque no esté propuesto por la misma obra; quiero decir en definitiva que la obra por más estructural que sea decaen al momento en que el lector se adueña de ella, la hace parte de su realidad, se convierte en presencia real no concreta.

La multiplicidad en una sola voz
Se presentó aspecto desde la teoría literaria aspectos que hacen al análisis literario, formas complementarias que forman el ejercicio de lectura y comprensión crítica de los textos, además se presentó la diferencia sustancial que la deconstrucción plantea en el momento del ejercicio de la lectura. Se a toca, como al pasar, sobre los aspectos múltiples de las voces que hacen de la lectura un ejercicio sonoro y múltiple. Esto siempre desde lo que el texto nos propone, desde la intencionalidad del lector. Pero cuando la intención del autor es que nos perdamos en la multiplicidad de voces, el cuadro se complica o mejor dicho se torna más complejo.
Uno de los autores que se propuso jugar con esta idea es Fernando Pessoa, poeta portugués que se multiplicó el mismo en los heteronomios. Sin intentar hacer una presentación acabada sobre el concepto de heteronomios aclararé que no se trata de seudónimos. La diferencia radical entre los heteronomios y el seudónimo es la cantidad. El seudónimo es un sujeto que se presenta con otro nombre, una ficción del autor que responde a lineamientos de orden particular como de las industrias culturales. Los heteronomios, es la multiplicidad de una persona que al no ser suficiente una sola se presenta en sus diversas facetas, en sus otros “yoes”. Una esquizofrenia controlada o bien encausada, por lo menos mucho lo a tratado de esta forma.
Tomando desde otra rama, el sujeto es complejo, múltiple, pero también único y original, aspectos contradictorios que a lo largo de la historia intentan, y creo en lo particular que se realizó una aproximación muy acabada de que es el ser. Pessoa, lo vio de esta forma, sus otros que es él es la forma de poder ser uno. Resumiendo, los otros que son él mismo completa y complementa el ser.
El yo poeta en un linealidad le era imposible concebir. “Hay tanto que decir que una persona no lo puede decir todo” esta idea del decir, pero desde las múltiples facetas Pessoa logra, o eso creemos, decir todo lo que una persona puede decir, una persona que traspasa el yo poético, sale de las páginas y se convierte en realidad. Llevó hasta el extremo que el mismo Pessoa era crítico, y muy duro, para con sus otros yo. Más allá del estilo, más allá de la prosa correcta, prolija y bien ordenada, logró proponer una lectura de la realidad de tal forma que después de Pessoa queda multiplicidad.
Esas voces de uno mismo no estaban en armonía, eran disimiles en todas sus formas, Pessoa era tímido, de hecho nunca se casó, era un ser amable y muy correcto en sus formas sociales, lo que se diría políticamente muy correcto, su antagónico de él mismo era Alvaro de Campos, un sujeto muy impetuoso, desmedido, descontrolado, ingeniero naval que intentaba hacer poesía, y esto del intentar era como lo calificaba Pessoa. “¿cómo un ingeniero naval puede ser poeta?”. Lo cierto es que lo fue, lo que tenemos desde su legado son obras maravillosas que nos posicionan en otro lugar. Pessoa nos invita constantemente a descubrirnos en esa multiplicidad de voces que hacen de la realidad un juego interpretativo, somos en definitiva heteronomios que se involucran en asuntos ajenos.
La palabra ya no tiene sentido, el signo, natural o artificial quedó por fuera del significado, la relación entre signo y referente se perdió en esas multiplicidad que Pessoa propone para poder ser uno solo, ser uno en muchos y muchos en contacto directo con esos otros miles de muchos múltiples. En la literatura, la multiplicidad ya no se ejerce desde un discurso polifónico, se forma por fuera del texto, antes del texto ya está dicho de todas las formas posibles, sólo queda plasmarla en eso a lo que nosotros llamamos literatura para volcarla al mundo como algo cierto.
Sin entrar en disquisiciones Quijotescas, en donde la ficción irrumpe en la realidad, el discurso escrito toma formas reales en la realidad concreta, en donde la significación cobra mayor significado, esto es la multiplicidad de voces que se manifiesta en una misma obra, y bajo el ejercicio de la lectura, no ya como un mero decodificador de código, la obra literaria son todas las obras, no bajo la mirada homogénea del arte literario, sino bajo la producción multiplicada del lector. Queda así abierta la invitación a lo que después trataremos en el concepto de Obra Abierta.
La literatura, entonces, como se mencionó, no parte de una polifonía discursiva, no es la mayor cantidad de voces que se producen en el texto, sino por fuera de ella. La letra es por demás el instrumento que hace referencia al signo y sus significaciones, desde este punto es que se rompe la linealidad del la referencia sígnica para plasmarse en interpretación abierta.
Se ha ido deconstruyento el sentido estructural del relato, la lógica discursiva pierde fuerza al presentarse como posibilidades de creación y multiplicación de creaciones. Esto no invalida la tarea analítica de las letras, ni descarta el sentido de los estudios literarios. Las referencias que son las aproximaciones a la planificación y al generar nuevos sentidos sintagmáticos, potencian las nuevas interpretaciones, la letra de por si es finita, pero la acción multiplicadora de la lectura, y este es su fin último en todas las épocas es infinita. 

*Primera ponencia en la VII Feria del Libro de Mar del Plata 2011

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